Patricio Torne



Patricio Emilio Torne, poeta, cronista, artista plástico. Nació en Helvecia (Provincia de Santa Fe), el 31 de Enero de 1956. Desde el año 1985, reside en Villa Mercedes, y desde entonces coordina Talleres de Escritura en la Secretaría de Extensión Universitaria de la U.N.S.L. Desde el año 2010 Coordina el Ciclo PRETEXTO, donde poetas de todo el país, la región y locales se dan cita para desarrollar lecturas y compartir experiencias creativas. Ha participado y editado en distintos congresos, encuentros y publicaciones del país y el extranjero. Ha publicado los libros Orbita de Endriago (Editorial Filofalsía, 1990); Helvecia y Otros Tópicos (Editorial Todos Bailan, 1990); Donde Muere la Lógica (Editorial Último Reino,1992); Anacrónica (Ediciones de la nada, 2000); Perros (Editorial Revistas Callejeras, 2010); Materialismo Dialéctico (Editorial deacá, 2013); Perros y más perros (Editorial deacá, 2015). Junto a Pablo Castro realiza performance poético musicales, entre ellos “Un abrazo” y “Corazonada”.

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FRENTE AL ESPEJO DEL BAÑO

Pararse frente al espejo del baño y verse
no es tarea fácil. Verse en detalles digo,
ver las hendiduras, los lunares
y esas manchas que aparecen con los años,
signos de la edad que intentamos disimular
o aceptar con dignidad de estoicos.
Entonces con una ternura que desconocemos
pasamos la yema de los dedos sobre esa geografía
dérmica y sentimos sus afecciones,
un reconocimiento de las ausencias que nos hablan
de una tersura juvenil que nos abandonó.
Bastaría con girar noventa grados la cabeza y ver
que en la repisa hay cremas, lociones,
ungüentos varios creados por el hombre
para que la autoestima suba día a día
según las aplicaciones. Úsela diariamente, dice,
por la mañana y por la tarde, masajeando
suavemente sobre el rostro húmedo.
Enjuague con abundante agua y seque con una toalla.
Rica en hidratantes, remueve rápidamente
las impurezas y el exceso de grasa, dejando la piel
con sensación fresca y apariencia suave.
Pero no, no se trata de tapar los rastros que dejaron
tu paso por la vida, ni de remover con rapidez
las impurezas que te hicieron dichoso, el tema es
cómo sostener en alto una figura que se degrada
más allá de las convenciones urbanas y amorosas
de los que te rodean diciéndote que estás bárbaro.
Dónde pararse para que siempre las nubes estén
un poquito más abajo que la nuez de Adán.
Del mismo modo en que nadie recuerda los textos
que hablan de las ventajas del colágeno
y los antioxidantes, porque ningún prospecto
o letra chica en los pomos de un cosmético
tendrán valor alguno cuando de estar vivo se trata,
la dignidad de ciertas historias son tan implacables
que van hasta el final,
mostrando lo ganado, lo que perdimos.


ALLEN GINSBERG

En el mismo año de mi nacimiento
Ginsberg publicó Aullido.
“He visto a las mejores mentes
de mi generación destruidas por la locura”,
comenzaba diciendo.
A 56 años de aquello, la locura
siguió avanzando de insólitos modos
destruyendo cuerpos y espíritus.
Sin embargo nadie aúlla,
salvo de dolor, nadie está aullando en reclamo
o representación de su propia manada.
Seguramente hoy, mi querido Allen,
no te expulsarían de Cuba
(Ser o no ser gay ya no le importa a nadie).
Sin embargo ninguno está aullando,
ni siquiera experimenta.
Ahora se escribe sobre playas desiertas,
en un mar brumoso donde no hay barcos
en el horizonte,
apenas si se cuentan granos de arena
como un modo de apaciguar los pensamientos.
Cada generación siguió ofrendando
un número importante de muchachos a las guerras,
pero nosotros, al final,
fuimos todos aplastados por aquel siglo.

Hernán Schillagi

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